Suelen adquirirse en la pubertad, como parte del desarrollo del adolescente, pero también, pueden ser consecuencia de algunos factores externos como la exposición al sol o la toma de determinados fármacos.
Pero tambien pueden adquirirse durante el desarrollo embrionario donde se distribuyen por la piel las células que después del parto producirán melanina en mayor o menor cantidad, dependiendo de factores hereditarios, ambientales y hormonales. Tales células, por lo general uniformemente repartidas, pueden acumularse en cúmulos. Es en la infancia donde se activan para producir la melanina, y en este punto aparecen los lunares.
Aunque la mayoría de los lunares son benignos, es mejor estar alerta por si se presenta uno canceroso. Entre otras señales deben tenerse en cuenta estas y llevar a la revisión médica si se presenta una mitad de distinto tamaño que la otra, su borde es irregular, ha cambiado de color o de tamaño, mide más de seis milímetros de diámetro (el tamaño de la goma de borrar del extremo de un lápiz), sangra o produce comezón.
Otro tipo de lunar, conocido como mancha mongólica, se caracteriza por su color azuloso o morado y se ubica frecuentemente a la altura del coxis en la espalda.
Afortunadamente, a pesar de su apariencia no representa ningún peligro, pues su presencia no se vincula con el desarrollo de ningún tipo de cáncer de la piel ni desarrolla otros síntomas.
Sólo aquellos lunares congénitos de gran tamaño y aquellos cuyas características se van alterando con el tiempo merecen especial atención.
En todo caso, las diferencias que presenten en cuando a su apariencia no es la manera como los dermatólogos categorizan los tipo de lunares. Los especialistas diferencian los lunares entre adquiridos y congénitos.
Los adquiridos se van formando con el paso del tiempo por causas genéticas o por exposición solar, y los congénitos (también conocidos como nevos congénitos), son aquellos que posee el individuo desde que nace, y que como lo han demostrado los estudios médicos tienen altas posibilidades de transformarse en un melanoma maligno.
“Los lunares que requieren una mayor vigilancia son los que se poseen desde el nacimiento, y los que aparecen en las palmas de las manos o en las plantas de los pies”
Pero recuerda que ante la duda con los lunares lo mejor es visitar a un dermatólogo
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