La historia de la televisión en España ha vivido momentos culminantes, tragedias tristemente famosas, catástrofes, eventos esperanzadores, descubrimientos importantes y todo tipo de sucesos que han marcado una época muy extensa de nuestra historia reciente.
La tecnología se abrió paso a través de la que algunos denominan la “caja tonta” pero que permitió a la sociedad española conocer un nuevo mundo cultural y social gracias a ella.
Aquella tecnología, ya vieja y obsoleta, debe dejar paso a su sustituta, que viene cargada de promesas y de posibilidades.
Han pasado 50 años desde aquellos primeros balbuceos del televisor en blanco y negro, pero hoy, día 2 de Marzo, será el último día donde los ciudadanos tendrán la oportunidad de despedirse de las emisiones analógicas y saludar al nuevo rey del entretenimiento doméstico: la TDT.
Después de 5 años de intenso trabajo, 2.000 millones de euros de inversión y 40.000 empleos nuevos, la TDT, ha sustituido definitivamente a la analógica.
Una plataforma abierta de par en par a la igualdad de oportunidades.
La convergencia entre la televisión, el ordenador (Internet-wifi), el teléfono móvil, el iPad y las agendas digitales permitirá estar conectado a las autopistas de la información en todo tiempo y en cualquier lugar.
Sin embargo y a pesar de lo prometedor del cambio de paradigma tecnológico, ya comienzan a aparecer los primeros problemas de disponibilidad en pueblos lejanos lejos de la cobertura de los repetidores principales.
Más de 460 mil personas también podrían quedarse sin televisión en España, “el 1% de la población española".
En estos pequeños pueblos los habitantes se lamentan amargamente de que su único medio de entretenimiento dejará de existir por culpa de la transición a la TDT. “Los afectados por estas zonas suelen vivir en áreas remotas de España, como valles o montañas, con una orografía complicada a las que no llega la señal terrestre o llega con grandes dificultades”, apunta Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC).
Sin embargo, declara que se ha cumplido con la cuota exigida por la Comunidad Europea e incluso supera a la que tenía la televisión analógica.
La solución pasa por adquirir kits para recepción por satélite que cuestan unos 250 euros. De todos modos, el futuro ya es inevitable.
La TDT ha venido para quedarse.
Descansa en paz, querida analógica.
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