28 diciembre 2009

LA MENTIRA DEL AÑO: LA GRIPE A

A pesar de que hoy en día tenemos acceso a una cantidad virtualmente ilimitada de información, los usos sociales, los prejuicios o nuestro estilo de vida suelen acotar nuestro acceso a ella, acomodándonos en la versión oficial.
Si ésta fuera cierta, nos encontraríamos en un escenario de alerta mundial en el que un virus de imparable propagación estaría mermando la población mundial y afectando a los sistemas de producción, colapsando el funcionamiento de la sociedad. ¿Es eso lo que vemos? Conviene subrayar algunos hechos: La cantidad de personas que mueren anualmente por la gripe estacionaria es mucho mayor que las que se prevé que lo hagan por efectos de la influenza porcina. Los datos obtenidos de los países que ya han pasado la temporada de gripe parecen confirmar esta tendencia.
Además, el tratamiento estadístico de los datos sobre contagios y defunciones dista mucho de ser transparente.
Según Teresa Forcades i Villa, doctora en medicina interna y salud pública, “el 29 de abril del 2009, cuando hacía sólo 12 días que se habían detectado los dos primeros casos de la nueva gripe, la Dra. Margaret Chan, directora general de la OMS, declaró que el nivel de alerta por peligro de pandemia se encontraba en fase 5 y ordenó que todos los gobiernos de los estados miembros de la OMS activasen planes de emergencia y de alerta sanitaria máxima; un mes más tarde, el 11 de junio del 2009, la Dra. Chan declaró que en el mundo ya teníamos una pandemia (fase 6) causada por el virus A/H1N1 S-OIV; ¿cómo pudo declarar algo así cuando, de acuerdo con los datos científicos expuestos más arriba, la nueva gripe es en realidad más benigna que la gripe de cada año y, además, no es un virus nuevo y ya existe parte de la población que tiene inmunidad?; lo pudo declarar porque en el mes de mayo la OMS había cambiado la definición de pandemia; antes de mayo del 2009 para poder declarar una pandemia era necesario que muriese a causa de un agente infeccioso una proporción significativa de la población; este requerimiento – que es el único que da sentido a la noción clínica de pandemia y a las medidas políticas que se le asocian – fue eliminado de la definición el mes de mayo del 2009, después que el 26 de abril los EEUU se hubiesen declarado en “estado de emergencia sanitaria nacional”, cuando en todo el país sólo había habido 20 personas infectadas de la nueva gripe y ninguna de ellas había muerto.”
“A finales de enero del 2009, la filial austríaca de la farmacéutica norteamericana Baxter distribuyó a 16 laboratorios de Austria, Alemania, la República Checa y Eslovenia, 72 Kg. de material para preparar miles de vacunas contra el virus de la gripe estacional; las vacunas tenían que ser administradas a la población de estos países durante los meses de febrero-marzo; antes de que ninguna de estas vacunas fuese administrada, un técnico de laboratorio de la empresa BioTest de la República Checa decidió por su cuenta probar las vacunas en hurones, que son los animales que desde 1918 se utilizan para estudiar las vacunas de la gripe; todos los hurones vacunados murieron; se investigó entonces en qué consistía exactamente el material enviado por la casa Baxter y se descubrió que contenía virus vivos de la gripe aviar (virus A/H5N1) combinados con virus vivos de la gripe de cada año (virus A/H3N2); si esta contaminación no se hubiese descubierto a tiempo, la pandemia que sin base real están anunciando las autoridades sanitarias globales (OMS) y nacionales, ahora seria una espantosa realidad; esta combinación de virus vivos puede ser especialmente letal porque combina un virus que tiene un 60% de mortalidad pero es poco contagioso (el virus de la gripe aviar) con otro que tiene una mortalidad muy baja pero con una gran capacidad de contagio (un virus de los de la gripe de cada año)”.
Los procesos de investigación y fabricación de las vacunas están siendo mucho más rápidos de lo habitual, lo cual puede acarrear graves imprevistos.
Además, por los problemas de logística que supone que un reducido número de laboratorios (por cuestiones de patentes) fabriquen dosis para cientos de millones de personas en tan corto espacio de tiempo, se están empleando sustancias químicas (coadyuvantes) para facilitar la producción y potenciar tus efectos.
Se prevé que con este mecanismo se multipliquen los efectos secundarios, algunos de la magnitud de trastornos autoinmunes. No es la primera vez que se da esta situación, en anteriores campañas de ‘vacunación express’ miles de personas se han visto seriamente dañadas.
Con cinismo capitalista, las compañías luchan por firmar acuerdos similares al que, en EEUU, exime de toda responsabilidad a farmacéuticas y políticos sobre los efectos que la vacunación pueda tener sobre la salud pública, alegando que se sienten presionadas por los gobiernos.
Sin dejar la industria de los medicamentos, es significativo que uno de los pesos pesados de la política americana, Donald Rumsfeld, dos veces secretario de defensa (la segunda durante la guerra de Irak), haya sido presidente e importante accionista de Gilead, la dueña de la patente del Tamiflu, comercializado por Roche. Este medicamento, del que existen pocas alternativas, es altamente ineficaz, según la comunidad científica (apenas acelera la curación y tiene fuertes efectos secundarios).
Todas estas circunstancias deben hacernos reflexionar sobre un tema importante: nuestra salud es un filón para un puñado de multinacionales para las que nuestro bienestar es un subproducto de su proceso de enriquecimiento.
La fabricación de vacunas y medicamentos no es el resultado de la financiación filantrópica de la investigación científica, del mismo modo que la privatización no es la solución para la saturación de los sistemas sanitarios.

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