16 enero 2011

Somos Anonymous

Una legión de ciberactivistas se moviliza en la Red.
Se hacen llamar Anonymous y dicen luchar por la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos.
No muestran la cara ni tienen líderes.

Este es su lema: "Somos una legión, no perdonamos, no olvidamos, espéranos. Anonymous".

Así es como cierra sus anuncios y comunicados este movimiento sin líderes y sin portavoces, con voz, pero sin cara. O más bien con máscara: la máscara del anarquista revolucionario de V de Vendetta, la novela gráfica de Alan Moore, la máscara se ha convertido en símbolo de un movimiento ciberactivista que no se anda con chiquitas.

En Anonymous sería imposible que se produjera un infiltrado, aseguran, porque no hay líderes "La mayor parte de los 'anonymous' no son 'hackers', son usuarios de Internet como cualquiera",
Anonymous está en su momento. Su gente está motivada. La persecución a Wikileaks era el acicate que necesitaban. No van a parar.

Entender el universo Anonymous no es cosa fácil, el fenómeno es el perfecto reflejo del nuevo mundo en el que vivimos, de la nueva sociedad que está naciendo a raíz de la revolución digital.

Todo apunta a que sus miembros consideran más que superada la vieja dialéctica izquierda-derecha.

Total, qué más da que gobiernen el centro-izquierda o el centro-derecha, todos van a hacer lo mismo, todos están al servicio de los grandes bancos y las grandes empresas, todos van a seguir intentando controlar el chiringuito.

Pues bien, aquí hay una legión de jóvenes que no quieren que se oculte que las cañerías del chiringuito no desaguan bien; no quieren que se oculte que hay varios en el chiringuito que meten la mano en la caja; no quieren que se oculte que a un disidente de la gestión del chiringuito le quisieron tapar la boca.

No quieren que se oculte nada. La nueva dialéctica: estar a favor del ocultamiento o de la transparencia. .

Se cree que en España, son entre 1.000 y 2.000 personas, que van en diversos niveles de compromiso, desde una mayoría que serían los que apoyan las iniciativas en Twitter, Facebook, etcétera, hasta los más comprometidos, que serían algo más de un centenar, los que participan saliendo a la calle con acciones reales como, por ejemplo, la Operación Paperstorm

A nivel internacional, extrapolando, posiblemente de decenas de miles.

Este movimiento global, transnacional, transversal, también es difícil de entender porque se gestó en la Red, con las inercias propias de Internet. Es producto del momento, de la interacción, de la necesidad de movilizarse en un mundo cínico, corrupto e injusto.

Se ha tejido de forma orgánica, conversación sobre conversación, idea sobre idea, propuesta sobre propuesta. Cualquiera puede formar parte de Anonymous, cualquiera puede entrar cuando quiera y sumarse a la conversación en webs como whyweprotest.net.

Entrará en un mundo en el que la gente se va poniendo progresivamente de acuerdo sobre una idea hasta que una suerte de consenso espontáneo indica cuál es el siguiente objetivo, contra quién hay que lanzar el próximo ataque.

Algún diario, como The Guardian, ha sostenido que están más coordinados de lo que ellos mismo creen.

No todos los miembros de Anonymous son hackers, no. Los hackers son una gran minoría del colectivo. La mayoría son ciberactivistas que participan en la conversación online y, ocasionalmente, en la protesta en la calle.

En torno a unos 1.000 integrantes, según la experta Gabriella Coleman, son los que ponen sus ordenadores al servicio de los ataques contra webs, los que se descargan el dispositivo que permite que su ordenador, cautivo, pueda ser parte de los llamados DDoS, ataques distribuidos de denegación de servicio.

Los DDoS son el arma que los ciberactivistas tienen más a mano.

Permiten realizar operaciones que consiguen un considerable eco mediático y que afectan a la imagen de la marca contra la que se dirigen.

Consisten en mandar simultáneamente, orquestadamente, miles de peticiones a un servidor para que se colapse. Así ocurrió el pasado 8 de diciembre.

Mastercard decidió cortar en esa fecha el grifo a Wikileaks.

Cualquiera que quisiera hacer una donación a la plataforma de Assange no podría hacerlo a través de una tarjeta de esta compañía. La decisión desencadenó el ataque. "Pero no se produjo, ningún problema en las operaciones de sus clientes con tarjetas, ni ningún tipo de fraude".

Evidentemente, en ese gran colectivo cuya cifra de miembros y simpatizantes es difícil de estimar (los miembros consultados hablan de decenas de miles) hay hackers. Y, de hecho, el FBI está tras sus pasos.

Hablar con la gente de Anonymous no es fácil. Desconfían de los periodistas, de que sus comunicaciones estén intervenidas. No ven con muy buenos ojos a los medios de comunicación tradicionales: desde su punto de vista, ayudan a que se mantenga el statu quo.

El hecho de que un diario como EL PAÍS o The Guardian hayan participado en la difusión de los cables de Wikileaks ha supuesto, un plus de credibilidad para medios hasta ahora poco apreciados.

No obstante, los miembros de Anonymous Spain, que desde hace varias semanas envían comunicados a ciertos medios de comunicación actualizando la información en torno a las distintas operaciones de ataque, ofrecieron la posibilidad de que les enviáran un cuestionario, al que responderían de modo consensuado.


Operaciones recientes

6 y 7 de diciembre de 2010.

Operación Payback (Venganza): Ataques DDoS contra Paypal, Mastercard, PostFinance, Amazon y Visa. Las webs de la fiscalía sueca y del abogado de las dos mujeres que presentaron cargos contra Assange también fueron atacadas.


18 de diciembre de 2010.
Operación Paperstorm. Flyers y pintadas para dar a conocer a Anonymous y su lucha por la libertad de Assange.

Mediados de diciembre:
Operación Leakspin, para dar a conocer el contenido de cables de la diplomacia norteamericana que pasaron desapercibidos.

20 de diciembre:
Operación Sinde: Ataques DDoS contra las webs de PSOE, CiU y del Congreso de los Diputados.

2 de enero de 2011.
Anonymous anuncia la Operación Tunisia y colapsa las webs del régimen tras la inmolación de un joven tunecino.

8 de enero de 2011.
Operación contra la página del part

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